Con la compra del café Gratia Dei, apoyas al Hogar Misión Madre Leticia en Ocaña, Norte de Santander, donde se brinda atención, amor y esperanza a niñas víctimas del conflicto armado en la región del Catatumbo.
Soy la tercera generación de caficultores en mi familia.
Es un regalo inmenso poder honrar este legado a través de Gratia Dei, una marca nacida del corazón de la tierra y guiada por la luz del Cielo.
Nuestro café colombiano es más que un producto insignia: es un don que une corazones, entrelaza historias y siembra vínculos profundos entre familias, amigos y comunidades.
La mujer en la caficultura es raíz y aliento. Es alma de hogar, faro de unidad, y trabajadora incansable: una fuerza que sostiene, siembra y hace florecer la vida a su alrededor.
La figura de la chapolera
Por eso, la figura de la chapolera, dibujada por la hermana María de los Ángeles de Fátima, religiosa de la Comunidad Adoradoras Eucarísticas del Padre Celestial, representa ese rostro femenino que, con amor y constancia, camina entre cafetales y sueños en los campos de Norte de Santander y de toda Colombia.
Ella también es un homenaje a mi abuelita y a mi mamá, quienes, durante más de seis y cuatro décadas, han caminado de la mano de mi abuelito y mi papá, construyendo juntos esta historia cafetera con entrega, perseverancia y fe.
Gracias a su confianza, ejemplo y amor incondicional, hoy puedo tomar la batuta de este sueño que ha germinado en mi familia por generaciones.
Este es mi tributo a ellas, a nosotras, a todas las mujeres que siembran esperanza, recogen sueños y sostienen la vida.
